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LA CASA ANEGADA

 
Nunca olvidare la tarde en que, hace ya bastantes años, fui a un amigo en busca de consejo:

- Imagínate que un día, al llegar a casa, te la encuentras anegada. ¿Qué es lo primero que harías?- me pregunto mi amigo.

- No se –respondí-. Supongo que achicar agua como buenamente pudiera.

- No, esa no es la solución.

- ¿Entonces?- le pregunte intrigado.

- Tendrías que buscar el grifo y cerrarlo.

Yo, al imaginarme que llegaba a casa, solo vi el agua, no pensé que aquel problema debería tener una causa, y que era a esa causa a la que había que prestar atención. Solo vi el agua, el problema, como si hubiera aparecido allí por arte de magia.

Ahora que nos encontramos inmersos en esta crisis, me acuerdo constantemente de la casa anegada, y sobre todo, del grifo.

Todas las medidas que nos anuncian desde este y aquel gobierno para paliar la crisis, no son más que medios para achicar agua, con la intención añadida de que, mientras nos dedicamos a ello, no pensemos en el grifo, ni nos planteemos siquiera su existencia. Y menos aun cerrarlo y sellarlo. Esta claro, creo yo, que me estoy refiriendo al Capitalismo.

Esta crisis se superara, se superara desde dentro del Capitalismo, a su manera. Tras ella, el sistema ganara en fuerza y solidez, como ha venido ocurriendo desde el principio. En el Capitalismo, las crisis son como en las personas. Una vez superadas, les permiten madurar y afianzar su propia identidad. Esta certeza, para los que nos consideramos anticapitalistas, nos entristece.

El Capitalismo no se destruirá a sí mismo, como muchos vaticinan. El Capitalismo debe ser destruido, debe ser aniquilado intencionadamente; y no hay que ver en él un problema pasajero, sino a un enemigo permanente al que hay que batir o ante el que hay que sucumbir. Con el Capitalismo no hay negociación posible, pues los principios de este atentan directamente contra los de la dignidad humana.

Es en este punto cuando reparo en una crisis aun más grave, una crisis que nos afecta a todos y que en parte, ha sido provocada por el sistema mismo para su propia perpetuación. Hablo de la crisis de la solidaridad, de la crisis de la unión, de la crisis de la fe en la REVOLUCION.

Yo mismo, sin ir más lejos, escribo estos artículos porque me gustaría creer, pero el escepticismo aun me puede. Si antes dije que el Capitalismo es un enemigo al que hay que batir o ante el que hay que sucumbir, me entristece admitir que aun no soy lo suficientemente valiente, que lo que he hecho hasta el momento y durante toda mi vida ha sido lo segundo, es decir, sucumbir.

Ser consciente de ello, de mi propia debilidad, que es a la vez la de millones de personas, me hace tomar conciencia al mismo tiempo de algo que considero de vital importancia: Una REVOLUCION es realmente necesaria. La cuestión, ahora, seria concretar; saber cómo podria llevarse a cabo.

 

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