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RADIO CELESTE, por Pedro Pérez Linero

RADIO CELESTE, por Pedro Pérez Linero

DECISIONES

 

Paseaba tranquilamente con un amigo por las calles del centro -los paseos deben ser tranquilos, si no, dejan de ser paseos- en busca de un café, mientras hablábamos sobre el futuro a medio plazo. Bueno, en un principio hablaba mi amigo, pues fue él quien sacó el tema de conversación. Yo, por el momento, me limitaba a callar y a escuchar.

Me comentaba mi amigo las diferentes opciones que se le planteaban una vez que hubiese adquirido un nivel "medio que" de Inglés y decidiese abandonar Edimburgo.

Algunas de esas opciones parecían responder a fines más o menos prácticos y sin desentonar con lo que ha sido su currículum vitae hasta la fecha: Ampliar sus estudios, continuar el aprendizaje del Inglés en otro lugar, trabajar..., ya saben, esas cosas.

Otras, en cambio, delataban al soñador, al romántico, al que no renuncia a la posibilidad de llevar a cabo ese tipo de acciones que parecen pertenecer más bien a un mundo paralelo al que nos han inculcado, pero que en realidad conectan más fielmente con los deseos más profundos del individuo, que no entienden de impuestos, hipotecas o ascensos profesionales.

Todas las opciones le parecían atractivas, y le inquietaba el hecho de que elegir una de ellas implicaba renunciar a todas las demás pues, como diría mi madre, no se puede estar en misa y repicando a la vez.

En ese momento se me vinieron a la cabeza, a modo de brevísimo sumario, todas esas personas que, por unas razones u otras, viven privadas de esa capacidad de decisión sobre su futuro, o ésta se les muestra bastante limitada; bien debido a alguna enfermedad o minusvalía, bien porque su itinerario vital está más que programado por terceras personas o por su cultura, bien debido al régimen dictatorial de turno, bien porque pensar en el futuro es pensar en una ficción -pues viven oprimidos por la monstruosidad, terrible, de la guerra y/o el hambre-, etc.

El caso es que mientras pensaba en estas cosas, no dejaba de escuchar a mi amigo, y sus palabras llenas de futuro e incertidumbre. Se le veía inquieto, levemente preocupado, por lo que decidí pasar a la acción y abrir finalmente la boca para, de este modo, transmitirle todo mi apoyo:

- ¡Qué putada La Libertad!- le dije.

- Sí, tío, ¡qué putada!- contestó riendo.

Llegados a este punto, dejamos el futuro a un lado y nos pedimos un café.

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4 comentarios

Una de esas personas -

Una continua incertidumbre que nos torturará hasta ese día en el que seamos lo suficientemente valientes para vivir una única vida, áquella que nosotros mismos elijamos sin miedo.

Ce -

¡¡Maldita libertad!! :) :) Me viene al pelo el texto, gracias Pedrín. Mua!

Ana Mari -

Todavía me acuerdo de la primera vez que me planteé eso de la libertad, y fue gracias a Pedro de filosofía y a "Ética para Amador". Nunca antes se me había ocurrido lo difícil que es a veces tomar decisiones...

hispano -

Esa ligera sensación de caminar con sueños aun no frustados, de descartar opciones del mañana con la ingenua pena de qué dedicir en el mundo romántico, la entrega al mundo idealizado... la alegría de de decir: "¡Qué putada la libertad!"